viernes, 17 de julio de 2015

LECTURA OBLIGATORIA 1: ¿De dónde surge la palabra cultura?


Un breve marco histórico Antes de iniciar, es importante aclarar que existe un cúmulo de autores que han hablado sobre este tema en particular y de una forma mucho más profunda de lo que aquí haremos . Debemos destacar, sin embargo, que los sentidos que hoy le asignamos a la palabra cultura, generalmente provienen de la manera cómo dicha palabra ha sido tratada en el pasado, y resulta crucial, siquiera de forma breve, reconocer sus posibles orígenes, pues si no nos encargamos de la historia, la historia se seguirá encargando de nosotros.

El uso de la palabra cultura y la discusión sobre lo que debería ser no surge desde América o de cualquier otra región del mundo que fue colonizada por países de Europa a partir del siglo XVI . Sin embargo, es ese encuentro con el ‹‹otro›› distinto al ‹‹nosotros›› el que promueve o inspira tales intereses. Tal parece que su ‹‹invención›› como concepto y como aspiración tiene lugar entre Francia y Alemania. Según Denis Cuche, un etnólogo francés, las palabras aparecen para responder a algunas interrogantes, a problemas que se plantean en períodos históricos determinados y contextos sociales y políticos particulares. Fue esto justamente lo que se plantearon con la palabra cultura, cuando el encuentro con otros pueblos, otras costumbres, otras formas de ver, pensar y actuar en el mundo resultaron diferentes a la ‹‹cultura europea››, entre los siglos XVI y XIX.

La palabra cultura contiene raíces griegas, cuyo significado original es el cuidado del campo o del ganado. De hecho, en la Francia del siglo XIII designaba una parcela de tierra cultivada, pero posteriormente, en el siglo XVI, pasa de un estado (parcela cultivada) a una acción (cultivar la tierra) y es también en este momento que adquiere un sentido figurado: cultivar una facultad, es decir, trabajar en desarrollarla, aunque dicho sentido figurado no comienza a imponerse sino hasta el siglo XVIII, cuando aparece en diccionarios y enciclopedias de la época.

Nos sigue diciendo D. Cuche, ‹‹en esa época aparece en general seguido de un complemento de objeto: se habla de la “cultura de las artes”, de la “cultura de las letras”, de la “cultura de las ciencias”, como si fuese necesario precisar la cosa que se cultiva›› . Es decir, en el siglo XVIII —y esto vale para la Europa occidental del siglo de las ‹‹Luces›› y sus capitales: Londres, Amsterdam, Berlín, Milán, Madrid, Lisboa, San Petersburgo;  incluso— la palabra se asocia a la ‹‹Educación››, ‹‹Espíritu››, ‹‹Letras››, ‹‹Ciencia››, ‹‹Filosofía›› (definitivamente que aquellas desarrolladas en esta región del mundo y no en otras). Sólo que tal concepción no va a ser por mucho tiempo dominante, por lo menos en el desarrollo de las ciencias humanas, que son las que se han ocupado ampliamente del análisis de las culturas.

En otras palabras, la noción de cultura como la capacidad de un individuo de desarrollar sus conocimientos en las artes, las letras, la filosofía o las ciencias (pero aquellas que aprendían exclusivamente la aristocracia o la burguesía de la época), se va abandonando para dar un sentido mucho más colectivo, histórico, pero al mismo tiempo idealista.

Dicho idealismo se combina con otra palabra de uso corriente en aquellos siglos: civilización. De hecho, en muchos casos fueron usadas como sinónimos, pues ambas seguían impregnadas de ese optimismo por el progreso del ser humano y de su historia. Sin embargo, hemos de advertir nuevamente que su uso generalmente se atribuía a las sociedades europeas. Es decir, desde el punto de vista de los intelectuales europeos, ellos eran la civilización, el ideal de progreso que todas las demás sociedades debían alcanzar . Desde esta visión eurocéntrica, civilización somos ‹‹nosotros››, los demás pueblos fuera de Europa, los ‹‹otros››, las colonias, apenas y llegaban a ser cultura.

Antes de finalizar esta historia breve, vale destacar las fases por las que el concepto de cultura atravesó entre el siglo XIX y el XX, desde una concepción de cultura como patrimonio. Así, en el siglo XIX, se inicia una primera fase de codificación de la cultura, que conlleva fijar y crear jerarquías entre significados y valores culturales, donde se continúa usando a Europa como la medida o modelo inicial de todo, más su ‹‹legado›› de la antigüedad clásica y de la tradición cristiana . Así se va definiendo ‹‹el buen y mal gusto, lo distinguido de “lo bajo”, lo legítimo y lo espurio, lo bello y lo feo, lo civilizado y lo bárbaro, lo artístico y lo ordinario, lo valioso y lo trivial›› . El siglo XX, resulta la fase de institucionalización político administrativa de la cultura, pues los Estados se esfuerzan por lograr el control y gestión de la cultura, bajo una concepción unificadora y centralista. Es decir, se promueve la idea de: una sola nación, un solo Estado, un solo idioma, y, por lo tanto, una sola cultura (más adelante hablaremos del neocolonialismo como un proceso relacionado). Además, se promueve la idea de educación nacional obligatoria y aparecen los ministerios o institutos de cultura como extensiones del aparato estatal. Es más, ocurre una internacionalización de institutos de cooperación cultural por parte d países dominantes. La última fase, que aún está teniendo lugar, sería entonces la mercantilización de la cultura, es decir, los saberes y bienes culturales pasan de ser ‹‹operador de identidad social, de comunicación y de percepción del mundo, para convertirse en mercancía sometida en gran parte a la ley de maximización de beneficios›› .

Si el uso que seguimos dándole al concepto de cultura aún sigue sosteniendo que unos tienen cultura y otros no, jerarquizando las prácticas culturales o apelando al estilo de vida de la Europa clásica o actual o de países llamados de “primer mundo” para definirla, entonces dicha noción aún sigue siendo excluyente y discriminatoria. Es decir, aún seguimos asociando al término valores, creencias, prácticas o ideas que sólo corresponden a un grupo exclusivo y políticamente dominante de la sociedad, y además a un marco histórico distinto al actual o hasta podría decirse, fuera del nuestro. Conceptos fundamentales en torno a la Cultura

Muchas veces no pensamos en la razón de ser de nuestra propia cultura, ya que es amplia nuestra participación en ella, pero cuando somos conscientes de que otras personas tienen sentimientos, creencias o hábitos diferentes, entonces comenzamos a pensar en la forma en la que compartimos ciertas ideas y costumbres .

En un documento inédito del jesuita panameño Jorge Sarsaneda, acerca del pueblo ngäbe, nos cuenta lo siguiente: ‹‹Krägäbotdä… tiene que ver con la vida y con la muerte, con la salud y con la enfermedad. Por tanto, es un tema fundamental. Krägä (=medicina) + botdä (=junto a) se traduce como medicina tradicional›› . Puede que tal concepción sobre la vida, la muerte, salud y enfermedad sea distinta para aquellos que no son ngäbe. Hace dos décadas atrás, la antropóloga francesa Françoise Guionneau Sinclair explicaba que la salud entre el pueblo ngäbe resulta tras la armonía entre el ambiente, el ser humano, la naturaleza y los dioses; y que el sueño es el camino principal a la enfermedad o a la muerte, cuando el alma se separa del cuerpo y realiza viajes al mundo de los muertos .

Para aquellos y aquellas que han sido educados bajo la racionalidad de la biomedicina en el tratamiento de la salud y la enfermedad, es decir, desde una perspectiva no indígena, tales argumentaciones podrían parecer extrañas, y si se les aplicará las nociones ‹‹clásicas›› o de uso común sobre cultura, entonces muchos terminarían considerándolas inferiores. Desde la perspectiva de las ciencias humanas podemos echar mano de consideraciones sobre la cultura que nos permitirán superar nuestros usos erróneos y nos preparen para brindar un mejor servicio en lo que respecta a la atención de la salud y la enfermedad.

Resulta frecuente que cuando no comprendemos a los y las pacientes o sus familiares, nuestra reacción más común es: ‹‹acaso son “tontos”, no entienden››. Sin embargo, ¿nos preguntamos alguna vez si nosotros les entendemos a ellos? Acaso cuando sentimos que no nos entienden, ¿será porque ellos son “tontos” o porque ‹‹ellos›› y ‹‹nosotros›› somos distintos? . Es importante que como agentes de salud nos hagamos estas preguntas que aquí comentamos ¿se lo han preguntado en alguna ocasión de su vida profesional?

Ahora bien, debemos distinguir aquellas diferencias que son de carácter físico, que en general son fenotípicas , y otras que en realidad son el fruto de nuestra ‹‹matriz cultural››.

Pensemos en la primera matriz del ser humano, en la ‹‹matriz biológica››, el vientre materno, desde donde tiene lugar la formación de nuestros rasgos físicos, de pasar de ser una sola célula a un bebé en sólo nueve meses, treinta y ocho semanas. Durante este tiempo la madre le proporcionará al feto refugio, comida, agua y oxígeno, toda una seguridad biológica y psicológica que, según los estudios más recientes sobre la gestación, le permitirá reconocer la voz de su madre, sonreír y hasta soñar. Sin embargo, cuando esta mujer da a luz, el nuevo ser humano se encuentra inmediatamente rodeado por una nueva matriz, ya no biológica sino social y cultural. Además, a partir de ‹‹ahí se va abriendo a círculos cada vez más amplios: el resto de la parentela, la escuela, la iglesia, la comunidad, el barrio, el pueblo… y esa ventana a todo el mundo que son los medios de comunicación›› .

Es precisamente gracias a esta ‹‹matriz cultural›› que el nuevo ser no tiene que ir inventándose todo desde

nada, como nos dice el antropólogo boliviano Xavier Albó. El niño o la niña inmediatamente va navegando sobre el velero de conocimiento o sabiduría acumulada por su propia gente, de generación en generación: transmitida de sus bisabuelas a sus abuelas, de ellas a sus padres. Como bien nos señala X. Albó, no tiene necesidad de inventar el fuego, la rueda, la escritura, la radio, la televisión u otro recurso cultural. Se va apropiando, aprendiendo qué es útil, qué peligroso, qué bueno o malo, qué es lo que da sentido a la vida. Aunque también irá conociendo la realidad, experimentando, creando o adoptando nuevos conocimientos, creencias a su bagaje cultural. Definiciones

Lo anterior nos lleva a considerar que el ser humano es esencialmente un ser de cultura. Es decir, ‹‹todos los pueblos, sin excepción, son portadores de cultura y debe considerárseles como adultos›› . En los seres humanos las necesidades fisiológicas (biológicas), como por ejemplo, el hambre, el sueño o el deseo sexual, inmediatamente son controladas por la cultura, por su ‹‹matriz cultural››. No obstante, ¿qué entenderemos por ‹‹cultura››? En otras palabras, nuestros rasgos físicos, como el color de la piel, el tipo de pelo, el color o forma de nuestros ojos, nuestra dentadura, nuestra estatura no corresponde a lo que se entiende por cultura, en realidad éstos son producto de nuestra ‹‹matriz biológica››. Ahora bien, si entonces decidimos pintar nuestro pelo, ponernos peluca, usar lentes de contacto para cambiar el color de nuestros ojos o incluso limar nuestros dientes, entonces dichos comportamientos sí que son parte de la cultura, los adquirimos por nuestra ‹‹matriz cultural››.

Lo anterior quiere decir, que el rasgo característico de la especie humana respecto a otras es justamente la cultura, sin embargo, también existen distintas formas de aprendizaje y de tradiciones, valores, normas y reglas transmitidos que sólo comparten un grupo determinado dentro de la sociedad, lo que nos lleva a hablar de ‹‹culturas››. Por ejemplo, uno podría hablar de pueblos originarios o raizales, pero sabemos que existen diferencias tanto en sus creencias, sus tradiciones, su historia, territorio como en su lenguaje. En la comarca NgäbeBuglé, una mayoría poblacional es ngäbe y una minoría es buglé (con leyendas e idiomas distintos). También existen algunos que se identifican como de la región Nedriri, otros de la región Kodriri y otros de Ñö Kribo . Al nivel nacional, muchos pueden decir que son panameños o panameñas, pero algunos reivindican tradiciones o costumbres propias de Chiriquí, Bocas del Torro, Veraguas, o del resto de las nueve provincias, las cinco comarcas y territorios colectivos reconocidos y por reconocer que conforman el país. Algunas falsas ideas en torno a la cultura

Aunque las culturas humanas son tan antiguas como los diferentes pueblos que conforman la humanidad, el estudio o análisis sistemático de la cultura, realizado por especialistas, tiene tan sólo un siglo. Por lo tanto, aún se manifiestan discrepancias de ideas entre los propios especialistas y se siguen manifestando ideas equivocadas sobre la naturaleza y características de los fenómenos culturales. Aquí esbozaremos seis ideas equivocadas sobre la cultura.

·                    ¿Se puede tener y no tener cultura? Existe la tendencia a decir ‹‹tú, ustedes o ellos no tienen cultura››. Sin embargo, desde el punto de vista de las ciencias humanas esta afirmación carece de sentido, pues ser parte de la especie humana significa ser un ser cultural. Nuestra pertenencia y participación en una nación, un pueblo, una comunidad o un grupo social conlleva compartir y aprender una cultura en torno a éstas. El malentendido se produce por el uso restringido y excluyente del concepto cultura, asociándolo sólo a ciertas actividades artísticas, a cierto tipo de educación y bienes culturales (como vimos al inicio).

·                     ¿Existe de forma natural una jerarquía entre las culturas? Como se pudo reconocer en su sentido específico existen culturas, es decir, que diferentes pueblos comparten distintos estilos de vida, valores, reglas, creencias o saberes. Ante una variedad de culturas, entonces existen tendencias de querer compararlas o agruparlas, y así hasta jerarquizarlas, considerar superioridad o inferioridad en las culturas. No existen criterios objetivos ni científicos para establecer estas jerarquías, pues definitivamente no existe perfección en todo el acervo cultural de un pueblo. generalmente esta situación ha respondido a las formas de estratificación social: ‹‹Los que, dentro de la sociedad, se sienten más “arriba”… tienden a querer apropiarse del concepto cultural y pensar que sólo ellos son los dueños de la “cultura”…›› .

·                    ¿Hay culturas ‹‹puras›› y ‹‹mezcladas››? Esta falsa idea ha sido confundida con asuntos de raza. La colonización de América por parte de Europa nos heredó la concepción negativa e incluso peligrosa del mestizaje biológico y cultural, transmitiendo las ideas equivocadas sobre ‹‹pureza de las razas››  y por tanto, de las culturas. Lo que generalmente ha sucedido ‹‹es que quienes reflexionan sobre una cultura y tratan de transmitirla a otra generación o de distinguirla de otras culturas, siempre están en la tentación de presentarla como un todo integrado, como algo completamente propio y concluido en sí mismo›› . Una de las características que veremos de la cultura es que es dinámica, cambiante.

·                       ¿Sólo los museos, los teatros y las bibliotecas son lugares de cultura? La instrucción formal o escolar ha colaborado mucho para que por generaciones el término ‹‹cultura›› haya tenido y tenga aún una significación inevitable de solemnidad, es decir, la cultura es algo especial a lo que uno debe acercarse con respeto o un acervo colectivo creado por genios admirables de tiempos pasados. De allí la idea de los museos, las galerías de arte o el teatro como hogares típicos de la cultura, así como el de las bibliotecas, donde se reúne ese patrimonio colectivo de conocimiento de un país. Sin embargo, es fácil reconocer en estos patrimonios que se trata de lugares que sólo un pequeño grupo de la población suele visitar. Aún cuando estos lugares no dejan de tener su importancia, es también importante caer en la cuenta que son sólo algunos de los muchos ‹‹hogares de la cultura››.

·                     ¿Cultura es sólo los aspectos intelectuales, artísticos o religiosos? En concordancia con la idea anterior, frecuentemente se piensa que ‹‹la organización económica, social y política, los avances tecnológicos, etc. serían una cosa y la cultura quedaría reducida a esta esfera más simbólica. Pero en realidad, todos ellos son ámbitos aprendidos y, por tanto, culturales›› .

·                      ¿La existencia de la cultura sólo depende del Estado? Aunque es cierto que las naciones-estados tienen instituciones especializadas que se dedican a la conversación y promoción del patrimonio cultural, también lo es que son instituciones que generalmente no dependen de los creadores de la cultura, sino de los gobiernos. Además, los Estados han tendido a intervenir en la definición y conversación de lo cultural como una forma de control y cohesión social (como vimos antes en la historia de la palabra cultura). Sin embargo, debemos tener presente que las fronteras nacionales o territoriales no son fronteras culturales. Prueba de ello es que todas las culturas originarias o raizales presentes en Panamá, también se encuentran en los países vecinos a él, como es el caso del pueblo ngäbe.

Buena parte de estas ideas falsas son definidas bajo el concepto de ‹‹etnocentrismo››, que es la actitud que adoptan las personas que tienden a juzgar a otras culturas comparándolas con la suya propia.

Según el antropólogo norteamericano Marvin Harris, sería ‹‹la creencia de que nuestras propias pautas de conducta son siempre naturales, buenas, hermosas o importantes, y que los extraños, por el hecho de actuar de manera diferente, viven según modos salvajes, inhumanos, repugnantes o irracionales›› . Generalmente, juzgamos y criticamos en vez de intentar comprender y aprender de personas con culturas diferentes a las nuestras. Necesitamos ‹‹bajarnos del caballo›› que nos hace cabalgar sobre la creencia de que ‹‹nuestra›› cultura es mejor que las ‹‹otras››, como nos recomienda el historiador y filósofo méxicoargentino Enrique Dussel .

Características de la cultura

Como hemos podido reconocer, cultura no es lo que cotidianamente asociamos a cualidades deseables que adquirimos si vamos a suficientes conciertos, obras de teatro o luego de visitar museos, galerías o bibliotecas. Sólo por conocer una definición más, de las muchas que existen, pero más cercana a lo que buscamos, cultura, en su sentido particular, sería:

‹‹el sistema de creencias, valores, costumbres, conductas y artefactos compartidos, que los miembros de una sociedad usan en interacción entre ellos mismos y con su mundo, y que son transmitidos de generación en generación a través del aprendizaje›› .

Esta definición de los antropólogos norteamericanos Fred Plog y Daniel Bates (1980), nos remarca dos características importantes de la cultura: compartida y aprendida socialmente. La cultura es comúnmente compartida

Con lo cual, el que sólo una persona piense o haga ciertas cosas, únicamente representa un hábito personal. Para que sea considerado cultural, entonces generalmente debe ser compartido por algunos grupos de la población. De hecho, aunque sea una práctica que no es común, pero que la mayoría de la gente piensa que resulta apropiada, entonces podemos decir que es cultural. Es justamente esta característica la que nos permite reconocer la existencia en el país de siete pueblos originarios o raizales: ngäbe, guna, emberá, buglé, wounaan, naso tjerdi, bri bri (el censo incluye también a los bokota —ver Cuaderno No. 2). Cada uno de ellos con creencias, valores, costumbres, conductas y artefactos compartidos como pueblo particular. La cultura se aprende

Muchas veces nos parece curiosa la manera como los niños y niñas imitan las conductas de sus padres o de otros modelos cercanos (los familiares, las maestras, los actores de cine, entre otros), una buena parte de la transmisión de la cultura ocurre de esa manera. Además, existe otro proceso importante de aprendizaje que ha sido llamado ‹‹inculturación››: que es el fenómeno por medio del cual un individuo, desde su infancia, va interiorizando, haciendo suya toda la sabiduría y valores de su propio pueblo. Es importante hacer notar que este fenómeno ocurre con diferenciaciones, de acuerdo a los roles de género que las culturas asignan tanto a hombres y mujeres. Aunque buena parte de los conocimientos y las conductas culturales son aprendidos por imitación o por ensayo y error, muchos de ellos también se adquieren mediante el ‹‹lenguaje››. Por esto el ‹‹idioma no es simplemente un grupo de fonemas y morfemas, una forma de articular palabras, una forma de llamar a las cosas con un nombre. El idioma expresa la visión del mundo que tiene un pueblo›› . Entonces es importante reconocer el papel de los idiomas en la transmisión y conservación de las culturas. Es frecuente que de forma errada llamemos ‹‹dialecto››  a los idiomas de los pueblos originarios, intentando imponer una falsa jerarquía. La cultura generalmente es adaptativa

Ya nos decía D. Cuche: ‹‹la cultura permite que el hombre [y la mujer] no sólo se adapte a su entorno sino que éste se adapte a él, a sus necesidades y proyectos, dicho de otro modo, la cultura hace posible la transformación de la naturaleza›› . La familia (Ni jamräkätdre) entre el pueblo ngäbe, por ejemplo, se asentaba en caseríos dispersos, con estrechos vínculos familiares, y generalmente esto obedecía a la cercanía de los lugares de trabajo agrícola y también basado en la residencia del hombre . Ahora bien, es importante tener presente que una sociedad aún con los cambios medioambientales, no siempre decide cambiar su cultura. Aunque en la comarca Ngäbe-Buglé exista escasez de tierra y la población sale a “jornalear”, los ngäbe no dejarán de practicar la agricultura de subsistencia y seguir defendiendo su territorio, su cultura y el ambiente.

La cultura es un todo estructurado o integrado

Es decir, los elementos o rasgos distintivos en una cultura no son una serie de tradiciones elegidas al azar sino que se ajustan y se encuentran interrelacionados. Por ejemplo, el krün guite (también conocido como balsería) probablemente ‹‹“simboliza de muchas maneras la omnipresencia de la armonía y la discordia de la vida diaria” de los ngäbe. Puede ser también un ritual de nivelación de excedentes y de fortalecimiento de lazos comunitarios. En el krün guite se crean alianzas, se establecen vínculos, amistad. Se crea una relación muy especial que se llama etbali, que es hermandad ritual. En el krün guite hay amistad y también rivalidad›› . En otras palabras, este antiguo juego ritual, es mucho más que un simple juego, resulta toda una estructura social que garantizaba la seguridad alimentaria, el intercambio y la solidaridad en el pueblo ngäbe. En él se encuentran integrados asuntos complejos, tales como: relaciones sociales, parentesco, economía y seguridad alimentaria, reciprocidad, matrimonio, prestigio, entre otros. La cultura es dinámica o cambiante

‹‹Las culturas son vivas, como los seres humanos. Y, como en ellos, su continuidad no es estática sino dinámica. Aun cuando mantengamos una fuerte lealtad a nuestra identidad cultural, ninguno de nosotros vive en su cultura como lo hacían sus abuelos. Las únicas culturas estáticas son las que ya han desaparecido o han quedado congeladas en los museos›› , nos advierte X. Albó.  Siguiendo con ejemplos que tienen que ver con la sociedad ngäbe podemos reconocer la antigua práctica llamada Kobare, que consistía en arreglar las uniones sexuales y económicas entre hombres y mujeres, con el fin de garantizar el intercambio de mujeres entre grupos familiares y establecer relaciones de reciprocidad y cooperación. Eran los padres los que decidían con quién debería unirse. Esta práctica, junto con la poligamia, ha ido cambiando drásticamente en la sociedad ngäbe . Según nos cuenta la socióloga panameña Marianella Martinelli, la mujer ngäbe ya no está aceptando esta práctica porque considera que las leyes nacionales sólo permiten tener una sola pareja legítima, tanto hombres y mujeres tienen los mismos derechos, los hombres actualmente no pueden mantener dos hogares y por dignidad .

Muy comúnmente los cambios que tienen lugar en una cultura se debe a la influencia de otras culturas. En el ejemplo que brindamos, justamente por la relación que existe con el modelo de cultura nacional dominante, donde la escuela es su principal ventana. A la adopción del algún rasgo proveniente de otra cultura se le llama ‹‹aculturación››. En cambio, la pérdida de algún rasgo de la propia cultura recibe el nombre de ‹‹deculturación››. En tanto, a la transformación profunda o cambio global de una identidad cultural por otra se le llama ‹‹transculturación›› . Estratificación social: clase, etnicidad y racismo.

Como pudimos reconocer, la cultura, y por tanto la sociedad, cambia . En el transcurrir de la historia, la estratificación social de muchas sociedades igualitarias o de rangos se ha transformado, ha ocurrido lo que hace varias décadas atrás el antropólogo-filósofo méxico-argentino, Néstor García Canclini, llamó: ‹‹hibridación››, es decir, un entrelazamiento conflictivo entre lo ‹‹tradicional›› y lo ‹‹moderno›› . La expansión mundial del intercambio comercial y la incorporación voluntaria u obligada de los pueblos a sistemas políticos centralizados, a las naciones-estados, ha promovido una mayor estructuración de las sociedades en clases sociales.

Como bien lo dicen C. Ember y su grupo:

‹‹En las sociedades modernas algunos grupos poseen más ventajas que otros; dichos grupos pueden incluir a grupos étnicos. Esto es, la diversidad étnica está asociada casi siempre a diferentes accesos a las ventajas.

Cuando la diversidad étnica está asociada con diferencias físicas como el color de la piel, la estratificación social puede dar lugar al racismo, creencia de que algunos grupos “raciales” son inferiores a otros›› .

Existe pues, una serie de interrelaciones importantes entre lo que son las clases sociales, la etnicidad y las manifestaciones del racismo. Así lo demostró el antropólogo estadounidense Philippe Bourgois en su estudio sobre las relaciones étnicas y la lucha de clases en las plantaciones bananeras entre Costa Rica y Panamá, a finales de la década de 1980. Veamos la cita que este autor hace de un funcionario estadounidense de la división de Bocas del Toro, en 1983:

‹‹Es fácil trabajar con los indígenas. No son tan inteligentes y no hablan buen español. No saben demandarle nada, aun cuando tienen la razón. Es muy fácil convencerlos. ¡Malditos! Uno puede ponerlos a hacer casi cualquier cosa›› .

El racismo no sólo se manifiesta como una acción de hostilidad hacia grupos de personas, con el argumento de que son inferiores, física y culturalmente hablando. Sino que su fin último y principal es justificar o naturalizar la explotación del trabajo o el acaparamiento de recursos .

Cultura y sociedad

El racismo es un tipo de discriminación, que usa como argumento el concepto de raza, sin embargo, pueden existir otros tipos de discriminación basados en condiciones de sexo, clase, religión u origen. Para finalizar con este primer Cuaderno, proponemos reflexionar brevemente sobre la relación entre clase social y cultura, y sobre el fenómeno de ‹‹neocolonialismo››, propio de América Latina, y por supuesto de Panamá.

Siguiendo a X. Albó, una ‹‹clase social es el grupo que comparte una misma posición dentro de la estructura (o pirámide) socioeconómica›› . Así, de forma muy simplificada, generalmente se reconoce una clase alta, una clase media y una clase baja. En torno a esta reconstrucción conceptual de la forma como la sociedad se organiza social, política y económicamente, se reconoce también niveles diferenciados de acceso al poder en cada una de estas clases. También es importante hacer notar que cada persona o grupo de personas que corresponden a estas clases tienden a interactuar y compartir entre ellos, desarrollando rasgos culturales propios. Además, como lastre complejo de esta forma de estructuración de nuestra sociedad, se encuentra una situación denominada ‹‹neocolonial››. Neocolonialismo Una de las reivindicaciones más significativas que los pueblos indígenas de América esgrimen constantemente es el hecho de que la colonización europea de Abiayala  desestructuró, fragmentó o exterminó el desarrollo autónomo y particular que ellos habían alcanzado durante los probables 20 mil años anteriores en que este gran continente fue poblado por el ser humano. Asentadas las estructuras institucionales coloniales españolas y portuguesas, principalmente, a partir de 1492, este régimen colonial impuso una división de la sociedad en dos amplios sectores: ‹‹uno minoritario pero dominante, formado por los recién llegados y sus descendientes; y las grandes mayorías dominadas, conformadas por los antiguos pobladores y sus descendientes›› . A pesar de lo anterior, siempre existieron una serie de imposiciones, influencias u adopciones mutuas de prácticas y saberes entre la ‹‹cultura hispano criolla dominante y las diversas culturas originarias dominadas›› . Fue común el mestizaje y existió un tercer grupo formado por los negros esclavos traídos de África y sus descendientes.

Ahora bien, como señalamos al inicio de este apartado, el resultado principal de la diferenciación, de la estratificación social y del racismo, es la dominación y explotación, en este caso, de dicha población hispano criolla sobre las culturas diversas originarias o sobre las demás poblaciones, mestizas y negras, que habitan estos territorios. De tal manera, que además de que esta población hispano criolla promovía la exclusión, se mostraba a sí mismo como la única ‹‹culta›› y ‹‹civilizada››. Por lo tanto, los demás pueblos debían ser asimilados, transculturados a la cultura dominante. Entonces, el origen en América de pensar falsamente que algunos tienen cultura y otros no, que algunos son civilizados y otros no, proviene de estos hechos acontecidos durante la época colonial.

Con las independencias de los países en América Latina, incluyendo la independencia de Panamá en 1821, se rompe con la dependencia política de España y Portugal, sin embargo, la estratificación social que hemos reconocido se seguía manteniendo, y la idea de la inferioridad de los pueblos indígenas y negros, seguirían sosteniéndose, continuando con las intenciones de asimilización de estas culturas e identidades. Por ello se puede seguir hablando de un colonialismo interno, derivado de la situación anterior de conquista y colonización. Vale rescatar lo que nos dice X. Albó al respecto de esta realidad:

‹‹El neocolonialismo es visto en muchos de nuestro países como uno de los bloques más fuertes para su constitución como nación unitaria. Esta herencia como sociedades coloniales con un sector dominante y opresor, heredero político y cultural de los grupos conquistadores y colonizadores, y otro sector originario, subordinado, discriminado y oprimido por el primero, impide que todos nos sintamos ciudadanos de igual categoría››

La creación de los estados-nación y su invención identitaria de estado nacional, no concebía la posibilidad de la existencia de otras identidades, asociadas a los pueblos que ya habían estado conviviendo, reproduciéndose y desarrollándose desde mucho antes de la creación de las artificiales fronteras nacionales. Resultaba inconcebible que estos pueblos, llámese ngäbe, buglé, guna, naso, bri bri, emberá y wounaan, pudieran desarrollar sus propios idiomas, sus propias tradiciones, costumbres, ideales, valores y estilos de vida. Simplemente, los ideólogos de los estados-nación consideraban todas estas culturas como inferiores, que debían ser transformadas a la llamada ‹‹cultura nacional››.

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